Desde que nacen nuestros hijos e hijas, nos necesitan. Cuando son bebés, no pueden satisfacer las necesidades más básicas sin ayuda. Según van creciendo, son capaces de realizar solos cada vez más tareas, pero aun así nos siguen necesitando para aquéllas más complejas: atar los cordones, preparar la comida, resolver problemas amorosos… Sin embargo, cuando son adolescentes se produce un cambio brusco; de repente. nuestros hijos/as, no quieren que les solucionemos ni les apoyemos en las dificultades que se están encontrando; no nos cuentan qué les preocupan, y ¡nos convertimos en el enemigo!
Al llegar a este momento crucial, nuestros hijos/as no quieren nuestra ayuda por dos motivos:
- Quieren demostrarse así mismos y al resto que son capaces de resolver esta dificultad a la que se enfrentan solos.
- Realmente creen que vuestras ideas están anticuadas y que no les comprendéis. Que su “mundo” es muy diferente del vuestro y que no es posible que tengáis soluciones reales.
Vosotros/as, como padres y madres os preocupa quedaros parados mientras veis a vuestros hijos/as sufrir o fracasar por algo que vosotros creéis cómo se puede evitar. Lo que se os olvida en estos momentos, y que aceptar es una de las partes más difíciles de ser padres y madres, es que:
- El sufrimiento y el fracaso forman parte de la vida. Todo el mundo en algún momento de su vida sufre. Lo importante no es evitarlo, si no saber superarlo y aprender de los errores que cometemos.
- La mayoría de las cosas que disgustan a los adolescentes, no tienen solución (rupturas sentimentales, peleas entre amigos…) por lo que es más importante que os centréis en escuchar y “acompañar” a vuestro hijo/a que en intentar solucionar el problema.
Una vez que somos conscientes de que tenemos que hacer este cambio de mentalidad debemos comenzar por validar sus sentimientos.
Cómo validar los sentimientos de mis hijos adolescentes
Validar los sentimientos significa darles importancia, no rechazarlos, ni intentar cambiarlos, ni juzgarlos. Para comenzar a admitir los sentimientos de nuestros hijos/as, lo primero que necesitamos es comprender por qué a veces juzgamos, sin que esa sea nuestra intención o sin ni siquiera darnos cuenta.
Admitir los sentimientos de las personas que nos rodean significa:
- Evitando decir: “No te preocupes”, “No pasa nada”.
- No juzgar: “Déjate de tonterías”
- No dar consejos: “Lo que deberías hacer es…”
- Planteando las críticas de forma constructiva, en lugar de decir: “Estás en esta situación porque…”
Cuando una persona, ya sea adolescente o no, siente que la persona con la que habla no admite sus sentimientos, se puede incomodar, poner a la defensiva, cortar la comunicación o incluso agredir a su interlocutor.
Si queréis mejorar la relación con vuestro hijo adolescentes, recordad que podéis pedir una entrevista gratuita en info@lapuertaazul.net o en el 634 505 585.
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