Es posible que cuando pensamos en hablar en público nos imaginemos una situación complicada o nos entre un miedo atroz. Nos vemos delante de un gran número de personas. Ellas esperan que les contemos algo interesante, algo que no conocen y quieren aprender. O quizá una experiencia nuestra personal. Para algunas personas, el simple hecho de imaginar esta estampa les pone nerviosos, les bloquea, les anula y sufren una ansiedad que quieren evitar a toda costa. En los casos más graves de esta dificultad, hay personas que ni siquiera se atreven a hablar en voz alta delante de personas conocidas y de confianza.

Quizá esa situación sea muy extrema. Sin embargo, lo que hay detrás de esa dificultad en ambos casos es lo mismo: hablar en público nos provoca ansiedad.

La glosofobia: miedo a hablar en público

Este miedo se traduce en una reacción de lucha o huida típica de la respuesta de ansiedad. Esa respuesta se caracteriza por algunos síntomas como aumento de la frecuencia cardiaca y la sudoración. El cuerpo se prepara para huir de un peligro amenazante. La persona sabe que su vida no corre peligro, pero su cuerpo le dice que sí. Esa sensación es la que le lleva a mantenerse alejada de la posibilidad de hablar en público.

Como en todos los problemas de ansiedad, los pensamientos y automensajes tienen un poder muy grande. Estos ayudan a que se mantenga el problema, por eso es importante saber identificarlos.

Pensamientos y automensajes más comunes

Anticipar que habrá consecuencias negativas

Las personas que presentan esta dificultad suelen imaginarse un escenario negativo. En él, las consecuencias de su intervención son nefastas y exageradas. Tienen pensamientos del tipo: “A la gente no le va a gustar la charla”; “A lo mejor me quedo en blanco y no sé qué decir”; “Van a pensar que soy tonto”; “Me voy a trabar y no me van a entender”

Evaluación negativa de la situación y habilidades

Las personas que presentan miedo a hablar en público también comparten una visión negativa del acto en sí y de sus propios recursos. Es posible que algunos ni siquiera lo hayan experimentado. Aún así piensan que no les va a gustar. Lo viven como una situación horrible que les ha tocado. Sienten que no tienen habilidades para enfrentarse a ello. En su mente, dibujan un cuadro tan negativo que es prácticamente imposible que las cosas salgan bien.

Sobregeneralización de las equivocaciones

Uno de los errores más comunes en los que suelen caer las personas que tienen problemas para hablar en público consiste en generalizar los errores que ha cometido en otras ocasiones convirtiéndolos en fracasos monumentales. Ese pensamiento nos hace sentir inseguros y desprotegidos. Nos coloca en una posición en la que pensamos que hagamos lo que hagamos va a estar mal. Recordamos que en una ocasión o en varias tuvimos un error y no cumplimos nuestras expectativas.

Obsesión por las reacciones psicosomáticas

La glosofobia desencadena una serie de reacciones fisiológicas como la sudoración, sonrojarse, tics o temblores. Estas reacciones no hacen más que empeorar la situación. La persona adopta una actitud de hipervigilancia, y pasa a preocuparse además de que los otros no noten estas reacciones.

Comparaciones destructivas

Las comparaciones siempre son odiosas. Tener a un orador de referencia en el que fijarte como modelo a imitar está muy bien. Sin embargo, a menudo las personas que tienen problemas para hablar en público utilizan este modelo solo para compararse y resaltar sus debilidades. Piensan: “nunca podré hablar tan bien como…”

Desvalorización de los logros

Estas personas normalmente se han colocado una etiqueta mental y desechan todo lo que no encaja dentro de esta. Por eso no suelen aceptar los elogios cuando han hecho una buena intervención ni pueden notar sus avances o reconocer sus fortalezas.