Pocas son las personas a las que les podamos preguntar y no tengan una idea de qué es la ansiedad. Sin embargo, no todos están en lo cierto. Se tiende a hablar de ella como si se tratara de un estado de nervios común. También se explica como si fuese la enfermedad de nuestro siglo, ya que hoy día nuestras vidas son agobiantes. Pero, ¿es todo esto cierto?
¿Qué es la ansiedad?
La respuesta de ansiedad es un vestigio que nos queda de nuestros ancestros. Cuando nuestra ascendencia tenía que correr delante de los leones para que no les comieran, su cuerpo se preparaba para huir y sobrevivir. Su corazón empezaba a bombear más sangre y la llevaba a las extremidades, para correr y salvar su vida. Hoy en día esta respuesta se sigue manteniendo en nuestro interior y, en condiciones normales, está apagada. La activamos con un estímulo que nos provoca estrés. Esta respuesta (“el estrés”) se caracteriza por varios síntomas tanto físicos como psicológicos. Tensión muscular, insomnio, taquicardia, dolor en el pecho, dificultades para respirar o pensamientos y miedos irracionales son algunas de las caras que puede mostrar la ansiedad. Se trata de personas que viven constantemente preocupadas. Se preocupan por todo y por todos. Por cosas que no pueden controlar y por cosas que ni siquiera han pasado.
¿Por qué tengo ansiedad?
Hay muchas razones por las que una persona puede empezar a tener ansiedad. Pero la razón común a todas es que empiezan a vivir algún aspecto de su vida “como si realmente el león les fuera a comer”; es decir, perciben la situación que les crea ansiedad como un peligro del que tienen que huir. Ese aspecto de su vida que en principio no era peligroso se convierte en una señal de alerta. Y ante esa alerta su cuerpo se prepara para huir.
En los problemas de ansiedad los pensamientos y automensajes que nos decimos tienen un poder muy grande. Estos contribuyen a mantener en gran parte de las ocasiones el problema de ansiedad. Ya hemos visto en otro post anterior los mecanismos para crear pensamientos negativos y la importancia de los mismos. Dentro de los problemas de ansiedad, los pensamientos más comunes se pueden agrupar:
Pensamientos negativos anticipatorios. Las personas con trastorno de ansiedad tienden a imaginarse el futuro como algo hostil. En sus escenarios no hay probabilidad ni lugar para que la situación se resuelva de forma positiva. Esto sólo ayuda a que cada vez se huya más de su “particular león”.
Desvalorización de los recursos. También es común que los que presentan esta dificultad no sean conscientes de sus habilidades y recursos. Evalúan la situación como negativa y se sienten incapaces de hacer nada para salir de ella. Se trata de personas con un concepto bajo de sí mismos. Es posible que lo hayan intentado alguna vez, pero no ha salido como esperaban. Y también puede ser que ni siquiera lo intenten por pensar que, si ya se han equivocado otras veces, esta vez también vaya a pasar.
¿Qué puedo hacer?
La ansiedad genera mucho sufrimiento a quienes la padecen. Y, aunque sea una palabra que esté de moda y usemos casi a diario, es muy probable que tus amigos, tu familia y tu pareja, con sus mejores intenciones, no puedan o sepan decirte nada diferente a que te relajes o que no te preocupes. Por esto, si sientes te reflejado con lo que hemos comentado aquí, lo más recomendable es que acudas a un psicólogo para que te ayude de forma profesional y personalizada.
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