¿Qué son los celos?
La llegada de un nuevo miembro a la familia resulta estresante para el niño o la niña, que vive este episodio con ansiedad, desánimo e incluso sensación de abandono. Es frecuente, que los primeros meses de vida del pequeño, el mayor no experimente celos, y éstos aparezcan en el momento en el que el recién llegado le quita “realmente su trono al mayor”. Esto puede ser cuando el pequeño comienza a andar o gatear y hay que estar más pendiente de él o intenta hablar y a interaccionar y resulta “gracioso” para los adultos.
Los celos son una reacción temporal y natural que sirve para que el niño se adapte a una nueva situación. Generalmente, la falta de madurez o entendimiento impiden que el niño comprenda por qué se siente desplazado y cómo puede hacer frente a dicha situación. Nuestra labor como padres y madres es guiarle en el autodescubrimiento de sus emociones y en su regulación.
Generalmente los celos acarrean sufrimiento para el niño que los siente y son una forma de recuperar todo lo que había perdido con la llegada del nuevo hermano: la atención de la madre o el padre, volver a organizar la vida familiar o ser el centro de los adultos.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo/a?
- Presta atención a las situaciones en las que tu hijo manifiesta conductas de cooperación, afecto, cuidado, etc., hacia su hermano. Es el momento ideal para deshacerse en elogios, abrazos y caricias con él. Debe comprender que os gusta verle con su hermano.
- No prestéis atención a los comportamientos inadecuados. Tenéis que saber que cuando el niño advierta vuestra indiferencia, aumentará la intensidad de las rabietas, quejas o rebeldía. Es importante que en este punto seáis constantes ya que de pronto tendrá una disminución de dichos comportamientos.
- Ante conductas desproporcionadas de agresividad, podéis utilizar el castigo. Lo ideal es que tengáis pensado las consecuencias ante cada conducta desproporcionada (por ejemplo, estando en su cuarto solo durante un tiempo, no ver el programa favorito de televisión ese día, etc.). Evitad utilizar castigos muy prolongados en el tiempo, difíciles de hacer que se cumplan por vuestra parte; con una tarde suele ser suficiente. Podéis consultar nuestro post “Qué hacer si mi hijo no me obedece?”
- Aprovechad el juego para cultivar la relación entre los hermanos. Es bueno involucrar a los hijos en actividades lúdicas que supongan interacción en el sentido de cooperación, respeto y tolerancia. Es importante que estos juegos estén vigilados por los padres para que resuelvan cualquier conflicto de forma rápida y eficaz.
- Evitad comparar continuamente a los hermanos entre sí. Rara vez la comparación entre hermanos sirve para estimular la superación; por el contrario, casi siempre sirve para aumentar la rivalidad entre ellos, provocando el celo. Si vosotros comparáis a uno mediante las cualidades y éxitos del otro, éste último se puede sentir inferiorizado.
- Destacar las ventajas de ser el mayor. Esta es una forma saludable de diferenciar a los hermanos, pues fortalece la individualidad y aleja la innecesaria comparación que se establece con el hermano menor.
- No caigáis en la trampa de la igualdad. Cada niño tiene unas necesidades y unas capacidades y merece ser tratado conforme a éstas. No confundáis igualdad con equidad: no hay nada más injusto que tratar a todos por igual.
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