La autoestima de las personas se forma a lo largo del tiempo y lo hace en base, tanto a las vivencias y experiencias que recibimos del exterior, como la interpretación que hacemos de las mismas. por este motivo, en cualquier momento de nuestra vida podemos mejorar y cuidar nuestra autoestima.
Elogiar a menudo
Elogiar implica reconocer los comportamientos positivos de nuestros hijos. Muchas veces, creemos que “portarse bien” es su obligación y por lo tanto, no debemos elogiarle por ello. El niño necesita que se le reconozcan las pequeñas cosas que diariamente hace y que pasan desapercibidas para los padres. Por ejemplo, si el niño se levanta rápido por la mañana para ir al colegio, es una buena ocasión para que reciba un comentario halagador de sus padres.
No hacer críticas destructivas
La crítica destructiva transmite mensajes totalmente condenatorios y acusatorios, mientras que la crítica constructiva coloca la connotación negativa específica dentro de un contexto general positivo. La crítica destructiva ataca a toda la persona, sin dejarle ninguna salida, mientras que la constructiva no se dirige hacia la persona, sino hacia aquellas acciones específicas que sí pueden modificarse. Si os interesa este punto podéis consultar nuestro post “Cómo hacer una crítica constructiva”
Descubrir sus cualidades
Los padres sabemos cómo son nuestros hijos y cuáles son sus comportamientos habituales. Pero es muy probable que ellos no conozcan todas sus cualidades, porque nunca se hayan parado a pensar en ellas. De hecho, es muy probable que sólo hayan pensado en cómo son cuando algo les sale mal. Si sólo reflexionamos sobre nosotros cuando hemos fracasado, la valoración que haremos de nosotros no será positiva, por lo tanto la autoestima no será alta.
Es importante que los padres, madres y todos los miembros de la familia destaquemos las cualidades positivas de nuestros hijos y se las hagamos saber.
Ayudarle a decirse cosas agradables a sí mismos
En ocasiones puede ser bueno decirse cosas a sí mismo. Por ejemplo, si hemos estudiado mucho para un examen el niño puede decirse (o pensar) ¡Qué bien, qué contento estoy por todo lo que me he esforzado!
En este sentido los padres podemos ser buenos modelos: si los niños se habitúan a ver deciros a vosotros mismos cosas buenas, ellos lo harán. También, es positivo que modifiquéis determinados pensamientos negativos “¡Todo me sale mal!” haciéndole tomar consciencia de que “TODO” no es posible que salga mal, siempre hay algo que sale bien.
Ayudarle a conocerse a sí mismo
A veces los niños conocen mucho mejor lo que les rodea que a ellos mismos. Es bueno que vuestro hijo conozca cómo es para tener un autoconcepto ajustado, y sea consciente de sus puntos fuertes y sus puntos débiles. El mensaje que debemos transmitir es:
Cada uno de nosotros somos diferentes a las demás personas. Podemos ser altos o bajos, guapos o feos, gordos o delgados, inteligentes o menos inteligentes, más o menos simpáticos, más tranquilos o más nerviosos. Cada uno tenemos nuestra propia manera de ser. Debemos estar contentos con nuestra manera de ser, pero es muy importante que queramos cambiar aquellas cosas que no nos gustan o que no nos benefician.
Enseñarle a sentirse orgulloso de sus logros
Es importante enseñarle a valorar sus éxitos personales, expresando con espontaneidad los sentimientos de satisfacción de sí mismos. Cuando se experimenta satisfacción aumenta la autonomía. Asimismo, cuando se expresan estos logros el niño suele sentirse más seguro de sí mismo y más autoconfiado.
Valorar sus opiniones
Nuestro hijo no debería pensar “lo que yo digo no cuenta”. Las ideas que él expresa deben ser tenidas en consideración, siempre de acuerdo con la edad. Es muy importante que les enseñemos a expresar de forma adecuada sus opiniones: sin gritar, sin imponer…
Hacerle sentirse un miembro importante de la familia
Para que se sienta como un miembro importante de la familia es importante escucharles, hacerles participar en todos los asuntos que se crea oportuno. En este aspecto, las obligaciones dentro de las tareas domésticas refuerzan la autoestima y el sentirse especial y único.
Evitar la sobreprotección
Cuando el hijo tiene alguna dificultad o debilidad por lo general los padres tienden a protegerle ofreciéndole ayuda excesiva. El niño sobreprotegido desarrolla un autoconcepto caracterizado por la necesidad de recibir ayuda.
Lo ideal es hacerles madurar poco a poco, hacerles responsables de sus cosas, de lo que dicen y cómo actúan. Para ello, como ya hemos comentado, se les puede asignar la realización de tareas domésticas.
Ayudarle a proponerse metas
Para conseguir cualquier cosa debemos ponernos una meta y objetivo, incluso en las pequeñas cosas cotidianas. Si queremos que nuestro hijo (que es un desastre para mantener limpia la habitación) consiga ser ordenado, debemos acordar con él conseguir cada día pequeños logros y premiarle por ellos.
Proponerse pequeñas metas exige desmenuzar lo que queremos conseguir en pequeños pasos.
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