En muchas ocasiones, al conversar con nuestros hijos/as sentimos que no nos escuchan o que no entendemos lo que nos están diciendo. Otras veces, ocurre que nos gustaría que nos contasen aquello que les preocupa. O simplemente saber más cosas de lo que sucede cuando nosotros no estamos con ellos.
Dichas dificultades en la comunicación radican en que el modo que tenemos los adultos de conversar es muy diferente del que tienen los niños. Según los diferentes estadios evolutivos por el que vayan pasando los niños necesitaremos desplegar unas armas u otras con el fin de fomentar dicha comunicación. Sin embargo, si algo tenemos que tener claro es que nosotros somos los adultos. Somos los que tenemos que establecer las condiciones para que fluya la comunicación. Ser adultos implica que somos, al menos en teoría, conversadores más hábiles que nuestros hijos e hijas.
¿Cómo prefieren conversar los adultos?
Los adultos tenemos tendencia a preferir hablar sentados. Sentimos que en esta posición se le otorga la solemnidad necesaria a la conversación y se transmite al interlocutor que es importante él y la comunicación que se está manteniendo. Otra forma que tenemos los adultos de enviar un mensaje que diga “esto es importante” es mirando a los ojos de la persona con la que hablamos. La forma en la que abordamos los temas suele ser directa. De hecho, si tenemos una conversación y nuestro interlocutor empieza a dar rodeos, nos sentimos incómodos. Por último, a los adultos nos gusta cerrar la charla. Lo hacemos resumiendo, sacando conclusiones y comprobando que todo está claro tras la misma.
¿Cómo prefieren conversar los niños?
Los niños prefieren hablar cuando el adulto está ocupado y no puede estar pendiente 100%. De hecho, si recordáis las preguntas más difíciles que os han hecho vuestros hijos suelen ser mientras conducíais, cocinabais, etc. Muchos niños prefieren no mantener contacto visual cuando hablan con adultos. Por eso es más probable que “se suelten a hablar” cuando el contacto ocular es difícil. En el caso de adolescentes, es muy habitual que un viaje en coche (con la radio oportunamente estropeada) estreche lazos entre el joven y el progenitor. El tiempo que les gusta de dedicar a charla sobre un tema difícil es breve, y prefieren salpicarlo con temas triviales. Por último, los niños no necesitan el cierre que solemos hacer los adultos. Por el contrario, suelen marcharse en seguida después de la conversación.
¿Cómo tener una comunicación eficaz?
Además de tener en cuenta las características de las conversaciones con los niños tenemos que contar con otros factores importantes:
- Ambos interlocutores debe estar de acuerdo en el contexto sobre el que se está teniendo la conversación. Tenemos que dejar claro sobre qué se está hablando y qué información queremos obtener.
- La comunicación verbal y no verbal tiene que ser congruente. Si verbalmente decimos “dime la verdad que no me voy a enfadar”, pero lo decimos gritando y con la vena del cuello hinchada, es muy probable que el niño no se crea el mensaje verbal y no nos diga la verdad.
- Debe existir conexión emocional: La comunicación seré más eficaz cuánto más cómodas se sientan las personas en ese momento. Para conversar con niños es ideal crear un espacio agradable haciendo alguna actividad que les guste.
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