Son muchos los padres y madres que acuden a nuestro centro, con la preocupación de si es adecuado negociar con sus hijos, y en caso de serlo, cuál es la mejor forma para lograrlo y no caer en el chantaje ni en la imposición.

Beneficios de la negociación

Ante un conflicto, en el que ambas partes quieren cosas contrapuestas, tres son las opciones que tenemos: aceptar la voluntad de una de las partes, negociar o no aceptar la voluntad de ninguna de las dos partes. ¿Qué beneficios tiene la negociación frente a los otros dos?

La negociación sirve para resolver conflictos, equilibrar necesidades y hallar soluciones beneficiosas para todos. Mejora la inteligencia emocional, ya que implica escuchar sentimientos, deseos y puntos de vista de la otra parte, y conectar con los propios. Fomenta una relación entre los padres y los hijos basados en el apego seguro, ya que hace saber a los hijos que los escuchamos, que sus ideas son valiosas. Por último, favorece la autoestima positiva ya que los niños sienten que pueden influir en el curso de los acontecimientos.

Cómo negociar con los niños

➡️ Lo primero que debemos hacer cuando negociamos, con niños o con adultos, es escuchar: sus razones, sus motivos, sus deseos, sus miedos… Una vez que conocemos su postura inicial, debemos exponer nuestra solución ideal. Puede que nuestro hijo quiera cenar pizza y nosotros queramos cenar brócoli. Una vez que conocemos el punto de partida de cada parte, podemos comenzar la negociación, pero antes debemos asegurarnos de que la emprendemos en un buen momento, de que las circunstancias son adecuadas (tiempo, energía, receptividad, recursos…) y de si merece la pena.

➡️ Siguiendo con nuestro ejemplo, puede que nuestro ideal sea cenar brócoli, además de porque es una verdura, porque hace mucho que no la tomamos y porque lleve ya bastante tiempo en la nevera. Sin embargo, si queremos negociar este aspecto, deberemos ofrecer varias alternativas, todas ellas aceptables para nosotros: brócoli, judías verdes y espinacas.

➡️ Por último, debemos animar al niño a que participe en las soluciones. “¿Qué podríamos echarle al brócoli para que te apeteciese más comértelo?”. Debemos evitar confundir negociar con posponer. Si el niño nos dice “mañana”, es muy probable, que mañana volvamos a tener otro conflicto, y que sea la falta de sentido del tiempo de los más pequeños el que haya ganado la batalla.

¿Hay que negociar todo?

Cuando los niños van creciendo, aumentan las expectativas y la exigencia de los padres. Los niños deben acatar más responsabilidades, que en muchas ocasiones no lo hacen de buen grado. A esto le sumamos que su capacidad de ponerse en el lugar del otro es limitada y tratan de imponer su voluntad. Además, muchas de las cosas que deben hacer para los padres no son cuestionables. Por ello, cuando les enseñamos a negociar, pueden intentarlo en todas las ocasiones, y esto es que realmente están aprendiendo a negociar, en lugar de imponer su voluntad, pero debemos dejarles claro que hay decisiones que son exclusivas de los adultos.

Si te preocupa este, u otros aspectos de la educación de tus hijos, recuerda que puedes pedir una primera entrevista gratuita en el 634 505 585.