Guía para padres y madres…Sois muchas las familias las que acudís a nosotros porque determinados momentos de la educación y la crianza se os hacen muy complicados y os gustaría, en la medida de lo posible, educar sin gritos. Las consecuencias negativas de los gritos son muchas: crean mal ambiente familiar, se generan modelos de conducta basados en una gestión emocional deficitaria, no acompañamos a nuestros hijos en su emoción y hacemos que aprendan a regularse…
Si quieres probar otras formas para educar sin gritos, sigue leyendo.
Identifica tus emociones de adulto
Muchas veces los gritos surgen porque nuestras emociones de padres y madres se desbordan. Para evitar que esto ocurra, realiza un chequeo de cómo te vas sintiendo, conecta con ellos y gestiónalo antes de que sea demasiado. Para ello, quizá sea necesario que pares unos minutos y veas qué sientes y necesitas. Puede ser que estés cansado o quizá la tarde no haya salido como esperabas. Puede que necesites ayuda o quizá “elegir hoy que batallas vas a luchar” para dosificar tus fuerzas.
Reconoce sus emociones infantiles
Reconocer y ser consciente de las emociones de tu hijo te ayudará a educar sin gritos. Antes de gritar, responde a esta pregunta. ¿Qué crees que siente el peque? Si tu respuesta ha sido «enfado», responde esta otra pregunta: ¿quizá haya algo debajo de ese enfado? Por ejemplo, celos, frustración, cansancio…
Reconocer las emociones de nuestro peque nos ayuda a conectar con ellos, y esto es fundamentar para que ellos entiendan lo que están sintiendo y puedan desarrollar su inteligencia emocional de una forma sana.
Acompaña sus emociones para educar sin gritos
Muchas veces confundimos acompañar la emoción con ser permisivos. Acompañamos la emoción cuando estamos ahí para nuestro peque. Le abrazamos, le decimos palabras dulces, en un tono dulce… Por otro lado, somos permisivos, cuando cambiamos lo que nuestro hijo quiere. Quizá se entienda mejor con un ejemplo: Si nuestro peque llora porque no le gusta la cena, le acompañamos en su emoción si le abrazamos, le explicamos con dulzura que se ha enfadado porque pensaba que era zanahoria en lugar de calabaza, que es tarde y que tiene sueño. Somos permisivos, si ante su enfado, le cambiamos la cena por otra que le guste más.
Ajusta expectativas hacia ellos
Tu peque está en desarrollo. Esto quiere decir que está aprendiendo, experimentando y descubriendo el mundo. Sé consciente de lo que puede y no puede hacer, según su capacidad, sus habilidades y su personalidad. En este punto podemos caer en dos trampas:
Comparar con otros niños: Cada niño es único y cada cual lleva su ritmo de desarrollo. Pensar “es que su hermano con su edad ya hacía…” o “es que su amiguito sí que hace…”, en la mayoría de los casos te llevará a sufrir y a sobre exigir a tu peque.
Pensar «que te manipula» o te intenta engañar: Quizá algo que ayer sí hacía hoy no pueda, por algún motivo: está cansado, está fuera de su entorno… Es cierto, que a veces los peques, sobre los dos años, estén explorando los límites y necesitemos ponerlos con más firmeza. También puede ocurrir que ante la llegada de un hermano, el niño experimente un leve retroceso en el desarrollo.
Ajusta expectativas hacia ti
Ni la lectura de esta publicación ni todos los profesionales del mundo te van a convertir en un padre o una madre perfectos. La perfección ni existe. Y fíjate lo que os digo, ni es deseable. Cuando os equivocáis estáis siendo un modelo súper poderoso para vuestro peque. Son muchas cosas, más allá de las palabras las que le transmitís. Los mensajes que le mandáis son:
- “Tú también te puedes equivocar y no pasa nada”
- “Cuando hacemos daño a alguien le pedimos perdón”
- “El amor y el cariño que nos tenemos son incondicionales. Aunque nos equivoquemos estarán ahí”.
Educar sin gritos puede ser muy complicado. Si tras la lectura de esta publicación te has dado cuenta que quieres mejorar este aspecto de la crianza recuerda que puedes pedir cita para una entrevista gratuita en info@lapuertaazul.net o en el 634 505 585.
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