Las vacaciones es uno de los períodos más esperados por muchos: la playa, la montaña, salir de la rutina, el tiempo libre o simplemente no tener que ver a tu jefe a diario. Sin embargo, también durante las vacaciones, es cuando tenemos más peleas, discusiones o encontronazos con nuestros hijos, padres, amigos… Esto se debe a que son un período en el pasamos más tiempo del habitual con nuestros seres queridos. Y aunque el roce haga el cariño, demasiado roce “acaba irritando”.

¿Qué podemos hacer para evitar esas peleas sin fin que nos amarguen las vacaciones? Continúa leyendo.

Evita irte de vacaciones con alguien a quien no conoces o no tienes buena relación

Efectivamente, ese amigo que acabas de conocer puede ser una compañía estupenda para ver los partidos del mundial. Quizá no lo sea para convivir, junto con toda su familia, en una casa todo el mes de agosto. Durante la convivencia salen a la luz las peculiaridades de cada persona; descubrirlas durante las vacaciones puede ser estresante, y acabar por destrozar una amistad que podría haber sido muy buena.

Del mismo modo, si hay una persona en el grupo de amigos que no te cae bien, evita en la medida de lo posible, veranear con él o ella. Pero… ¿Y si no es posible? ¿Y si tienes que irte a la playa con… (pongámosle)… tu suegra? En ese caso, es mejor que llevéis cuantas decisiones tomadas desde casa como os sea posible. Y más especialmente aquellas en las que pueda surgir un conflicto. Esto quiere decir: plan para todos los días de vacaciones, lista de la compra, música a escuchar en el viaje, reparto de tareas, etc. Si afrontamos estas decisiones con naturalidad y buen humor, en un momento en el que el conflicto no esté presente, y llegamos a acuerdos, disfrutaremos mucho más de las vacaciones.

Sé sincero

Parece una tontería pero además de ser asertivo  y hacer críticas de una forma constructiva, también debemos ser sinceros si queremos tener una buena convivencia. Es más que habitual, que cuando nos pregunten qué nos apetece hoy o dónde queremos comer, demos por respuesta un “me da igual”. Esto es, tan sólo, sincero a medias. Si esto ocurre muy a menudo, puede surgir un malestar y llevarnos a un conflicto latente. Parte de ese malestar es porque queremos que la otra persona adivine nuestro pensamiento. Que adivine nuestros deseos y nuestras necesidades sin tener que decírselo. Y eso es un poco complicado, ¿no crees?

Llegad a consensos

Es inevitable que durante las vacaciones surjan desacuerdos. La diferencia entre que estos se conviertan en grandes peleas o simples intercambios de opiniones depende de cómo se gestionen. Si alguna de las partes intenta imponer su opinión, o por el contrario siente que jamás se hace lo que ella diga, el desacuerdo va a ir a más. Es importante, cuando se llega a un acuerdo, que todas las partes sientan que pierden, es decir, renuncian a algo importante; pero también, es importante que todas sientan que ganan, es decir, consiguen algo relevante.

¡¡Felices vacaciones!!