Las mentiras de los hijos es un tema que preocupa mucho a los padres y madres. Por un lado, la preocupación de que su hijo esté en problemas y ellos no lo sepan y no puedan hacer nada, genera ansiedad. Sin embargo, también, al ser engañados sentimos que los pequeños ya no lo son tanto y se están distanciando de su familia.
Hacia los cuatro, los niños desarrollan la capacidad para saber qué información tienen los demás y cual no. Es por esto, que a esta edad las mentiras se disparan. Nos referimos a mentiras elaboradas, no a negar que se ha comido el chocolate con toda la cara manchada. Ante las mentiras los padres se asustan y piensan que su hijo se está juntando con malas compañías, que se está convirtiendo en un gamberrete o que sin duda ha salido a ese familiar que miente mucho. ¡Tranquilos! A esta edad están probando esa nueva capacidad que han desarrollado. En este momento, la función de la familia es guiarle hacia las consecuencias de mentir.
¿Qué podemos hacer?
Es misión de los padres favorecer la comunicación familiar. Procurar que se sienta cómodo expresando lo que siente, independientemente de lo que diga. También, transmitiremos los motivos por los que no debemos contar mentiras: perdemos la confianza de los demás, impedimos que éstos tomen decisiones libremente, hacemos daño, etc. Podemos utilizar cuentos sobre esta temática para generar espacios de diálogo. Aquí tenéis una revisión de cuentos con esta temática realizada por Boolino. Además, cuando veamos que alguien miente, será útil charlar sobre este tema, y recordar los motivos por los que no debemos mentir.
En este momento es muy importante ofrecerle modelos claros de responsabilidad y sinceridad. Si nuestro hijo o hija, nos pilla diciéndole una mentirijilla a un vendedor, estamos transmitiendo un doble mensaje: por un lado “mentir está mal”, pero por otro “los adultos sí mentimos”. Los niños a esta edad aún no pueden manejar esta ambivalencia. Lo más probable es que se queden con el último mensaje, y consideren mentir “algo de mayores”. Si pillamos a nuestro hijo en una mentira, no le ridiculicéis ni exageréis vuestra reacción. Como ya hemos comentado, las mentiras a esta edad es algo normal. Debemos explicarle que mentir no está bien y sus motivos. En cualquier caso, hablad con él en privado.
Sed pacientes, pero a la vez firmes. No seamos demasiados estrictos en cosas que no son realmente importantes y expliquemos claramente el motivo de nuestras prohibiciones. Comprender las normas le facilitará su cumplimiento y le permitirá valorar las consecuencias de su desobediencia y sus mentiras.
Cuando vuestro hijo cuente la verdad, debemos felicitarle por su valentía y aplicaremos el castigo a su falta; a la vez le demostramos que seguimos confiando en él.
Es importante transmitir a vuestros hijos que es mejor decir la verdad que mentir. Principalmente porque hará que siempre confiemos en ellos y por lo tanto les daremos más responsabilidades y libertades.
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