Para los niños el juego es la principal forma de aprendizaje. A través del juego, sus cerebros están más receptivos para asimilar todo tipo de información. Si es divertido, es más sencillo aprender matemáticas, pero también otra información que los humanos recibimos de forma implícita: los vínculos y las formas de relación.
¿Cuándo jugar con nuestros hijos?
La respuesta es complicada. Si fuera por ellos, estaríamos siempre jugando. Pero la realidad es que no siempre podemos ni nos apetece.
Es delicado buscar un equilibrio entre sus necesidades y deseos, y los nuestros. Porque sí, para nuestros peques pasar tiempo de disfrute mutuo (en el que ambos estemos disfrutando) es una necesidad y es la base del apego y la vinculación. De ahí que de entre, las responsabilidades que tenemos como padres y madres, esté la de encontrar tiempo para jugar con nuestros hijos.
Lo que nosotros en el juego
Muchas veces, los adultos vemos el juego con ojos de adulto, como no puede ser de otra forma. Por eso, queremos dedicar unos minutos para que reflexionemos sobre lo importante que es jugar con nuestros hijos y cómo lo viven ellos.
Pongamos un ejemplo: Juanito le está preparando la cena a su padre en esa cocinita de madera tan bonita que le han regalado por su cumpleaños. Más allá de toda la importancia de juego simbólico y de imitación que tiene esta actividad, Juanito está cuidando a su papá de la misma forma que un rato después, su papá le va a cuidar a él. Preparando la tortilla, Juanito le está diciendo a su progenitor “tú también eres importante para mí y te lo demuestro como tú lo haces conmigo”.
Por eso es tan importante que dediquemos unos minutos a disfrutar (como os decimos siempre, de forma honesta y genuina) a comernos esa cena “tan rica” que nos ha preparado nuestro peque.
Si te preocupa algún aspecto del desarrollo y de la vinculación de tus hijos, recuerda que puedes pedir cita para una entrevista gratuita en info@lapuertaazul.net o en el 634 505 585.
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