En el proceso de desarrollo de los niños, son muchas las situaciones en las que vamos a encontrar que “la han liado o la van a liar”. Bien porque no haya respetado una norma de casa previamente establecida; bien porque en ese proceso de descubrir el mundo, no haya analizado correctamente las consecuencias que iba a tener su conducta.
Estas situaciones las podemos afrontar de varias formas. La primera de ellas es transmitir a los niños miedo y culpa ante situaciones que se van de madre. La segunda es hacerles responsables de sus actos y que aprendan, poco a poco, las consecuencias de los mismos.
Qué es culpabilizar
A veces nuestros hijos tienen un comportamiento que no nos gusta. Nosotros les trasmitimos que eso que está haciendo está mal, sin indicarle otra alternativa posible. A menudo utilizando el miedo como instrumento para que deje de hacerlo. En este momento estamos culpabilizando.
Veamos un ejemplo. Entramos en el baño vemos a nuestro hijo pequeño de tres años subido encima de la taza del wáter. ¿Cuál sería tu reacción? Una opción es asustarnos. Le pedimos al niño que se baje de ahí. O incluso le agarramos y bajamos ante el miedo de que se caiga. También es muy frecuente regañarle y recriminarle que la taza del wáter no se usa de esa manera, que siempre se tiene que andar subiendo a todos los sitios…
El proceso de responsabilizar
Responsabilizar por su parte, implica escuchar a nuestro hijo y tenerle en cuenta. En el momento que está haciendo algo que consideramos que no debe hacer, le invitaremos a reflexionar. ¿Por qué está haciendo lo que está haciendo? ¿Qué consecuencias puede tener su conducta? Siguiendo con el ejemplo de antes, si queremos responsabilizar el niño le preguntaremos por qué se ha subido a la cisterna. En caso de que no nos lo sepa decir intentaremos adivinarlo: “igual te has subido para ver porque desde hace unos días sale el agua azul” o “puede ser que te hayas subido para llegar a las tiritas de La Patrulla Canina que compramos ayer”, etc. Si sabemos el motivo por el que hace lo que hace, es más sencillo enseñarle otra forma de llegar a su objetivo. Por tanto, es poco probable que se vuelva a saltar esa norma.
Cuando responsabilizamos, convertimos a nuestros hijos en protagonistas de sus actos y cuando no son adecuados, les ayudamos a buscar otra forma de lograr sus objetivos.
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