En las próximas horas muchos alumnos y alumnas recibirán los boletines de notas. Éstas pretenden recoger, de forma simplificada, el esfuerzo y el aprendizaje realizados durante todo el curso. Muchas son, y diversas, las emociones que acompañan al momento de entrega de notas. Sin duda, la mayoría sentirá nervios y expectación hacia las calificaciones; en función de las expectativas, puede que algunos experimenten rabia y frustración; quizá, otros, sientan alegría y alivio cuando las vean.
En cuanto a padres y madres, ¿qué expectativas tenéis hacia las notas? Aquí os dejamos unos consejos que os ayudarán a gestionar vuestras emociones.
Cuando las notas son buenas
Si las notas son buenas, o muy buenas, lo lógico es pensar que todo es alegría, felicidad y, como mucho, alivio. Sin embargo, algunas reacciones de los padres pueden hacer que este momento de felicidad se enturbie:
Esperar unas notas perfectas
Muchos padres y madres esperan que las notas de sus hijos sean perfectas. En lugar de fijarse en el 7 que ha sacado su hija en matemáticas, señalan los tres puntos que faltan para llegar al 10. Este tipo de comentarios no aportan. Si consideramos que nuestro hijo no se ha esforzado lo suficiente, y que esa calificación no es producto del esfuerzo, se lo podemos hacer saber de una forma constructiva.
Caer en el “es su obligación”
Cierto es que aprobar y sacar buenas notas, es la obligación (la única dicen algunas familias) de nuestros hijos. Sin embargo, cuando hacemos algo bien, a todos nos gusta que nos lo digan y nos lo reconozcan. Por esto, con un “¡Qué notas tan buenas! ¡Qué orgulloso estoy de ti!”, puede ser suficiente. Lo importante es transmitirles a nuestros hijos que les queremos y les valoramos.
Premiar excesivamente
A veces, ante unas buenas notas, podemos dejarnos llevar por la ilusión y la alegría y hacer un gran regalo material a nuestros hijos. En esta línea, nuestra recomendación siempre es apostar por el refuerzo no material: podéis poner las notas en un lugar visible de la casa, para que se sienta orgulloso; o planificar un día especial en familia, escogido por el peque.
Pero… ¿y si las notas son malas?
Cuando las notas son malas, o muy malas, sin duda, son otras las emociones que se apoderan de padres y madres: frustración, rabia, desesperación, no saber qué hacer… En estos momentos es importante:
No tomar decisiones dejándonos llevar por el enfado
Imaginaos la situación: llegan las notas, hay más suspensos de los que nuestro hijo había vaticinado y decidimos que “no hay quien haga carrera de este niño” y cancelamos la semana en la playa que íbamos a pasar toda la familia en la playa. Ante emociones que nos desbordan, siempre recomendamos no precipitarnos y meditar las medidas que vamos a tomar. Decir “Las notas no son buenas. Ahora mismo estoy muy enfadado, cuando se me pase, hablaremos sobre qué va a ocurrir este verano”, puede ser de gran utilidad.
Analizar por qué ha sacado malas notas
Varias pueden ser las causas de las notas: falta de esfuerzo, de motivación, estrategias de aprendizaje inadecuadas, etc. Hablando con nuestro hijo y reflexionando juntos en los porqués de las malas notas, podemos poner las soluciones adecuadas.
Demostrar a nuestros hijos que les queremos a pesar de que no saquen buenas notas
Es normal, que ante malas notas estemos preocupados, enfadados y distantes; sin embargo, por muy malas que sean las notas, no debemos transmitirles a nuestros hijos que nuestro afecto, cariño y respeto depende de sus calificaciones. En caso de que nuestras emociones nos impidan manifestar la cercanía a la que están acostumbrados, podemos hablar con ellos y explicarles que como les queremos mucho, estamos muy preocupados por sus notas y necesitamos un tiempo para pensar cómo les vamos a ayudar.
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